lunes, 17 de septiembre de 2012

GENIAL, POR DESCONTADO




Varios años después de su muerte, Tess Galagher, su viuda, encuentra y publica una serie de relatos bajo el titulo Si me necesitas, llámame, de Raymond Carver (Clatskanie, Oregón, 1938 – Port Angeles, Washington, 1988). Una serie de cinco relatos perturbadores, como lo son todos los de Carver, donde parece que nunca ocurre nada, pero donde, por el contrario, se encuentra esa literatura casi subterránea, inmisericorde con el ser humano, insensible a veces y corrosiva siempre. En los relatos de Carver, como en una expiación de su propia vida, hay alcohólicos, hombres que se alejan para empezar de cero, nuevas esperanzas no siempre adivinadas, y una continua espera del porvenir.
Mucho se ha dicho y escrito sobre Raymod Carver pero, a la postre, lo que nos interesa es su legado literario, ese escueto resumen de vidas que es su escritura, esa casi monotonía de sus relatos que nos asalta desde los desencuentros, desde la reconstrucción pasiva de unos personajes a los que trata como tal vez se trató él mismo.
Tal igual que el alcohol, que inunda su obra de tragos anochecidos y en apariencia reconstituyentes, otra constante recorre estos relatos: la madera, probablemente como transposición del padre alcohólico que trabajó en un aserradero.





Fantasmas, perdedores, alcohol y habitaciones impertinentes componen su universo creativo con esa luminosidad de lo mínimo que Carver crea desde la inmisericordia de una agilidad escritora sin consideraciones a lo innecesario. Pero no caigamos en la trampa. Debajo de esa lúcida sencillez, tras ese poso melancólico y triste, Raymond Carver crea siempre algo apasionante, estéticamente bello y poético, con una mansedumbre que es a veces el reflejo de esa escritura intensa y completa  que trasciende al papel donde está, como en espejo, reflejada. 


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