jueves, 17 de mayo de 2012

UNA EXTRAÑA REALIDAD




Una vez más ha sido mi gran amigo y excelente poeta, Juan José Vélez Otero, quien me ha puesto en la pista de una nueva obra maestra, Claus y Lucas, de Agota Kristof (Csikvand, Hungria, 1935 – Neuchatel, Suiza, 2011). En realidad, esta edición de El Aleph, abarca la trilogía compuesta por El Gran Cuaderno, La Prueba, y La Tercera Mentira. Si bien su lectura es un autentico placer, uno de esos ejercicios de alta literatura, su reseña me resulta difícil y complicada. De esta manera, las tres historias que se nos presentan unidas, fueron publicadas por separado y, aunque forman parte de un único cuerpo narrativo, el hilo tejedor de las tres novelas, la negación que sucesivamente se va haciendo de lo anteriormente leído, hace que su lectura continua pueda causar cierta perplejidad.
En la primera parte, El Gran Cuaderno, se nos narra la historia de dos hermanos gemelos, Claus y Lucas, con una crudeza asombrosa, con una huida sistemática de los artificios para presentarnos la historia ciñéndose a los hechos. La dureza y crueldad por las que han de pasar los hermanos están exentas de cualquier sentimentalismo, emoción, o examen moral de lo narrado. Los gemelos son un narrador único, una misma persona, una voz común que nos muestra de forma demoledora la realidad.
Con la segunda parte, La Prueba, empezamos a vislumbrar que otra realidad narrativa es posible, ya que la separación de los gemelos nos presenta la primera duda, es decir, si no estábamos realmente ante una sola persona. Claus es quien se marcha, y Lucas quien continúa la historia. Esa marcha de Claus, su paso al otro lado de la frontera, supone que, prácticamente, deje de existir como personaje real, estando únicamente presente en los recuerdos de Lucas.
La Tercera Mentira ya es de por sí una declaración de intenciones. En ella se desvela al narrador, que en principio se nos confunde. Lo que pensábamos cierto ya no lo es tanto, y todo lo narrado con anterioridad nos parece inexistente. Todo estaba escrito en un cuaderno, en el Gran Cuaderno, que ahora ya sabemos que fue una crónica de lo no ocurrido, una forma de desvío de la realidad que sólo existe en el momento en que narrar esa realidad se convierte en algo insoportable.




La intensidad de Agota Kristof late en cada página, en cada palabra, en cada gota de literatura que destila el texto. Kristof narra dentro de la narración, deja claro que posiblemente nada pueda embellecer una realidad cruel, verdadera, de ahí que al final, la invención de un gemelo, de alguien con quien compartir las miserias (si en verdad esto ha ocurrido), no sea más que una constatación de la desnudez de la desesperanza y el desarraigo.
Si ciertamente Claus y Lucas (los dos, o sólo uno de ellos, o, en realidad, ninguno de los dos), son los auténticos protagonistas, la galería de personajes que transitan la obra son una muestra de que, más allá de ese artificio literario del que continuamente huye la autora, su especial capacidad apreciativa, su absoluto dominio de las técnicas literarias, supone encontrarnos ante una de las grandes escritoras del actual panorama.
No se si he conseguido mi propósito con esta reseña. Ya dejé claro al principio que me resulta difícil y complicado, pero sólo espero que estas palabras sirvan para acercar al lector a esta verdadera joya literaria, a una autora que desgrana la realidad con un poder observador que cautiva y emociona, que trasmite la esencia de la literatura a través de una verdad que subyace en el fondo de toda su obra. 

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