Una vez más ha
sido mi gran amigo y excelente poeta, Juan José Vélez Otero, quien me ha puesto
en la pista de una nueva obra maestra, Claus
y Lucas, de Agota Kristof (Csikvand, Hungria, 1935 – Neuchatel, Suiza, 2011).
En realidad, esta edición de El Aleph, abarca la trilogía compuesta por El Gran Cuaderno, La Prueba, y La Tercera
Mentira. Si bien su lectura es un autentico placer, uno de esos ejercicios
de alta literatura, su reseña me resulta difícil y complicada. De esta manera,
las tres historias que se nos presentan unidas, fueron publicadas por separado
y, aunque forman parte de un único cuerpo narrativo, el hilo tejedor de las
tres novelas, la negación que sucesivamente se va haciendo de lo anteriormente
leído, hace que su lectura continua pueda causar cierta perplejidad.
En la primera
parte, El Gran Cuaderno, se nos narra la historia de dos hermanos gemelos,
Claus y Lucas, con una crudeza asombrosa, con una huida sistemática de los
artificios para presentarnos la historia ciñéndose a los hechos. La dureza y
crueldad por las que han de pasar los hermanos están exentas de cualquier sentimentalismo,
emoción, o examen moral de lo narrado. Los gemelos son un narrador único, una
misma persona, una voz común que nos muestra de forma demoledora la realidad.
Con la segunda
parte, La Prueba, empezamos a vislumbrar que otra realidad narrativa es
posible, ya que la separación de los gemelos nos presenta la primera duda, es
decir, si no estábamos realmente ante una sola persona. Claus es quien se
marcha, y Lucas quien continúa la historia. Esa marcha de Claus, su paso al
otro lado de la frontera, supone que, prácticamente, deje de existir como
personaje real, estando únicamente presente en los recuerdos de Lucas.
La Tercera
Mentira ya es de por sí una declaración de intenciones. En ella se desvela al
narrador, que en principio se nos confunde. Lo que pensábamos cierto ya no lo
es tanto, y todo lo narrado con anterioridad nos parece inexistente. Todo
estaba escrito en un cuaderno, en el Gran Cuaderno, que ahora ya sabemos que
fue una crónica de lo no ocurrido, una forma de desvío de la realidad que sólo
existe en el momento en que narrar esa realidad se convierte en algo
insoportable.
La intensidad de
Agota Kristof late en cada página, en cada palabra, en cada gota de literatura
que destila el texto. Kristof narra dentro de la narración, deja claro que
posiblemente nada pueda embellecer una realidad cruel, verdadera, de ahí que al
final, la invención de un gemelo, de alguien con quien compartir las miserias
(si en verdad esto ha ocurrido), no sea más que una constatación de la desnudez
de la desesperanza y el desarraigo.
Si ciertamente
Claus y Lucas (los dos, o sólo uno de ellos, o, en realidad, ninguno de los
dos), son los auténticos protagonistas, la galería de personajes que transitan
la obra son una muestra de que, más allá de ese artificio literario del que
continuamente huye la autora, su especial capacidad apreciativa, su absoluto
dominio de las técnicas literarias, supone encontrarnos ante una de las grandes
escritoras del actual panorama.
No se si he
conseguido mi propósito con esta reseña. Ya dejé claro al principio que me
resulta difícil y complicado, pero sólo espero que estas palabras sirvan para
acercar al lector a esta verdadera joya literaria, a una autora que desgrana la
realidad con un poder observador que cautiva y emociona, que trasmite la
esencia de la literatura a través de una verdad que subyace en el fondo de toda
su obra.
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