jueves, 24 de mayo de 2012

EL BAÚL DE IRENE




Irene Némirovsky (Kiev, 1903 – Auschwitz, 1942), tiene una capacidad ilimitada para explorar la sicología humana. Desde su impactante y, durante muchos años inédita, Suite Francesa, la autora ha demostrado su capacidad apreciativa y observadora. Ahora, de la mano nuevamente de Salamandra, nos llega Jezabel, donde retrata la vida de Gladys Eysenach, mujer de la alta sociedad cuya obsesión por mantener la eterna juventud le oculta la verdadera felicidad de la vida. Dicen que el personaje está inspirado en su madre, en la aversión que Némirovsky sentía hacia ella. La trama empieza con un juicio por asesinato contra la propia Gladys. En ese juicio, personas más o menos cercanas a la protagonista, empiezan a desenmarañar el lado oculto de esta mujer obsesiva, fría, con un latente sentido para la crueldad cuando se trata de salvaguardar su bien más preciado, a saber, su belleza, su pasión por gustar a los hombres y sentirse joven.
El repaso a la vida de Gladys Eysenach deja al descubierto personajes de gran trasfondo humano, relaciones viciadas, éticas derruidas y la visión frívola de una sociedad que viaja por Europa de fiesta en fiesta. Lo que todos se preguntan es cómo, una mujer bella y deseada como Gladys Eysenach, ha sido seducida por un joven veinteañero sin oficio, un don nadie. Esta es una de las sorpresas que nos depara la novela, y que yo, aquí y ahora, no voy a desvelar.



Estamos ante un texto de gran dramatismo narrativo, donde la meticulosa concepción de los personajes, hace que la historia transite por pasajes memorables, con una prosa  hipnótica y de una tensión trepidante. La precisión de su lenguaje, el cristalino discurrir de su escritura, nos atrapa en la perfecta red de una escritora grande, genial y ejemplar por descontado.


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