martes, 15 de mayo de 2012

DESPERSONALIZACIÓN


Todos los que me conocen saben de mi fascinación por Sandor Marai (Kassa,1900 – San Diego,1989). Sus Diarios, estremecedores y de una humanidad absolutas; sus Confesiones de un Burgués, con ese aliento reflexivo y la certeza de una vida que tuvo momentos buenos y otros que transitaron la desgracia y la huida impuesta. Sus novelas, Divorcio en Buda, La Extraña, A la Luz de los Candelabros, La Hermana o Los Rebeldes, entre otras, son una muestra del agudo sentido de la realidad con que describe el tiempo que le tocó vivir, de su fina elegancia a la hora de retratar el mundo convulso y de sufrimientos en que se había convertido Europa. Es esta novela, Liberación, texto que ahora reedita Salamandra, la esperanza de la liberación por el ejercito ruso se mezcla con la opresiva atmósfera de un sótano donde permanecen los vecinos de un edificio a la espera de la llegada de los soldados del ejercito rojo, durante las cuatro semanas que duró el asedio a Budapest. En ese sótano, Erzsébet, después de haber escondido a su padre, se debate con el caos, con la miseria, con sus miedos, con la vaga idea, primero, de que quizá la ansiada liberación sea, en definitiva, otra forma de opresión, de degradación. Sus ilusiones se van desmoronando, su corazón va sucumbiendo a la inevitable realidad que llegará. Su encuentro con el primer soldado ruso que entra en el sótano, no hace sino confirmarle que se encuentra ante el mismo infierno, pero con otras caras, con otros uniformes y la misma insatisfacción de siempre.




La rotundidad de Marai, la esencia de su pesimismo, no es sino un crudo testimonio de una realidad y de un horror que tuvo conciencia. Una novela de una belleza asombrosa, escrita con la lucidez de un maestro, con la sencilla prosa de quien tiene en sus manos las claves de la novela, de la narración y, en definitiva, de la literatura.

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